miércoles, 15 de enero de 2020

¿Te acuerdas de Rodolfo Dapena?



- Gran lateral izquierdo que no perdonaba ni una. Mis recuerdos me llevan a aquella niñez en la que intercambiábamos cromos y yo quería tener todos los cromos posibles del Celta, aunque fueran repetidos. Me acuerdo especialmente de los cromos de la liga 88\89: Díaz Novoa, Zambrano, Amarildo, Vicente, Otero, Maté, Hagan, Noly, Lucas, Cándido, Maric, Atilano, Nacho, Villanueva... "¿y Rodolfo?. ¡ Me falta Rodolfo!".

Sí, recuerdo en especial a Rodolfo Dapena Dapena por ello, por todo lo que me costó conseguir su estampa. Sudé tinta para conseguirlo, y por eso comienzo su historia hablando de aquel cromo que marcó mi infancia.

- En cuanto a juego, podemos recordar a este lateral orensano por como corría la banda izquierda, haciéndose dueño de ella luchando cada balón como si fuera el último, subiendo y bajando el carril como si fuera una montaña rusa. Y es que Rodolfo era un luchador, un jugador de brega con mucha calidad.
Nacido en el municipio orensano de Outomoro el 4 de mayo de 1960, comenzó jugando en las divisiones inferiores gallegas para llegar a fichar algún día por un equipo de mayor nivel, como sucedió cuando fichó por el Club Deportivo Logroñés en la temporada 84\85 a sus 24 años de edad.
El conjunto de Las Gaunas militaba en Segunda División, y Rodolfo jugó durante dos campañas cumpliendo un papel importante en  la defensa riojana. Allí coincidiría con los Comas, Pita, Otxotorena, Acosta, Abadía, Noly y Lotina, siendo entrenados por su paisano Delfín Álvarez. Datos curiosos: con Noly coincidiría, así como con Delfín de entrenador, en el Celta poco después. En cuanto a Miguel Ángel Lotina, sería entrenador del Celta entre el 2002 y 2004, llevando al conjunto vigués a la Champions League.

Pero ahora nos situamos en el año 1986, cuando Rodolfo ficha por el Atlético de Madrid y realiza una gran campaña en Primera División. Sin embargo, no dudaría mucho en el club de Manzanares, ya que al año siguiente se marcharía a su tierra para jugar con el Real Club Celta de Vigo, donde se reencontraría con su compañero Noly.

De esta manera , comienza la campaña 1987\88, y el lateral orensano se abre un hueco en el once titular desde la primera jornada como era de esperar. José María Maguregui apostaría por él desde el principio.

El 29 de Agosto de 1987, Rodolfo debuta con la camiseta celeste en Sarriá ante el Espanyol, y el Celta ganaría por 0-1 a pesar de tener que acabar el partido de forma agobiante debido a la doble amonestación de Vicente, que por lo tanto dejaría al conjunto olívico con uno menos a tres minutos para el pitido final.
Tras ese gran debut en Barcelona, no habría nadie capaz de arrebatarle el puesto al bueno de Rodolfo. No sólo se haría dueño de la banda izquierda, sino que también se ganaría a la afición de Balaídos por méritos propios.

Tras una meritoria temporada en la que sorprendió gratamente al público de Balaídos, el de Outomoro hubo de empezar la siguiente con Manuel Díaz Novoa de entrenador. Ese mismo año jugaría 25 partidos y marcaría su primer gol con el Celta. Dicho tanto lo conseguiría el 4 de junio de 1989, a tres jornadas para el final del campeonato liguero.

Volvería a coincidir con Delfín Álvarez, quien había relevado a Novoa en el banquillo. Pero Delfín sólo coincidiría en catorce partidos con Rodolfo, ya que ante la mala situación del equipo en la tabla, hizo que Maguregui dirigiera al equipo hasta el final del campeonato, un final dramático que acabaría con el club vigués en Segunda.
A causa del siempre temible descenso, el lateral de As Burgas cambiaría de aires después de militar tres temporadas en el Celta, tres años en los que sumó un total de 2 goles en 96 partidos de Liga disputados. El dueño de la banda izquierda abandonaría Vigo tras tres excelentes campañas en las que ofreció, posiblemente, la mejor cara de toda su carrera.

En la fila de abajo y segundo por la derecha, vemos a Rodolfo como jugador del Celta.

- Con el Betis viviría otro descenso consecutivo en el ejercicio 90\91, contando con menos partidos a los que estaba acostumbrado a jugar. Terminó la siguiente campaña con el conjunto bético en Segunda para fichar posteriormente por el equipo de su ciudad, el C.D. Ourense, desapareciendo de Sevilla con recuerdos amargos.

Posteriormente ficharía por el Ourense, club de su tierra en el que permaneció cinco temporadas antes de recalar en el modesto Lalín. Ya a finales del siglo, Rodolfo Dapena abandonaría la práctica del fútbol.

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